NELSY CHELALA

 

UNA GRAN PROFESIONAL LLAMADA NELSY CHELALA

La peletera canaria es la mejor, a la que hay que acudir siempre que se quiera un abrigo de pieles para causar auténtica sensación.

Todo el mundo habla de Nelsy. Es como si su eclipse voluntario de seis años no hubiese tenido lugar. Sus creaciones de rabiosa actualidad no dejan de aparecer en todas las revistas de moda de este país, como también en las más respetables del corazón, vistiendo a mujeres elegantes o estrellas del showbiz.

Casada a los 20 años con un médico con el que tuvo dos hijos, llegó al mundo de las pieles por puro sentido común. Aprovechando que el archipiélago canario era zona franca, decidió abrir una peletería donde pudiesen comprar abrigos las mujeres que acompañaban a sus maridos a todos los congresos que había en la isla de Gran Canaria.

"Me dijeron que estaba loca, pero a las dos horas de abrir mi primera tienda, había vendido todo lo que me habían mandado de Paris". En vista de ello, decidió aprender sobre el mundo de la fourrure y se fue a Seattle a estudiarlo en profundidad, durante una larga temporada. Dos años después, su imperio abarcaba 11 tiendas repartidas por el archipiélago.

Pero Canarias dejo de ser zona franca y se había separado de su marido, que estaba algo celoso de su éxito, por lo que decidió, un buen día, dar el salto a la Península. Abrió en Sevilla primero, en el barrio de Los Remedios, antes de instalarse en Madrid en la calle de Serrano, en una esquina muy concurrida, con unos balcones que sobrevolaban el mítico bar Roma. Su éxito fue arrollador y sus abrigos o chaquetones no pararon de salir en la prensa de moda.

Nelsy estuvo durante tres décadas, la de los sesenta, setenta y ochenta, investigando el mundo del lujo en cinco continentes. Viendo colecciones, presenciando desfiles. Le daba igual tomar un avión para ir a Filipinas a comprar un collar de perlas o botones de nácar y volverse en el siguiente.

Tampoco es fácil triunfar en la alta peletería, si no se posee una gran sensibilidad y un espíritu refinado. Madame Chelala los tiene por arrobas. No hay más que ver cómo se mueve, habla y viste.

A finales de la década de los ochenta, los ecologistas de todo el mundo parecen ponerse de acuerdo en condenar definitivamente el uso de las pieles. En Londres llegan, incluso, a manchar con pintura los abrigos de las mujeres incautas que los lleva por la calle. Algunos diseñadores que creaban en piel dejan de hacerlo, como Carolina Herrera, por ejemplo, que hacía una pequeña calección anual para Revillon. Otros se dedican a coquetear con pieles sintéticas. Nelsy, auténtica hasta el final, decide que ha llegado el momento de cerrar. Lo hace en 1993.

Se cerraba una larga etapa de su vida en la que las pieles habían sido su raison d’etre. Empiezan a partir de entonces seis largos años de los que Nelsy prefiere no hablar, ya que los llama “los negros", en los que decide entregarse a la pintura que, como dice: "Resulta más barato que ir al psiquiatra”.

Pero las pieles, poco a poco, vuelven a hacer un come back, introduciéndose tímidamente, incluso, en las colecciones de aquellos que las habían condenado años antes. Primero son cuellos y puños, teñidos de colores improbables para despistar, luego chaquetas, y finalmente, abrigos.

Es entonces cuando Nelsy, como hizo Mademoiselle Chanel en su día, decide hacer su propio come back y lo hace discretamente en un local de la calle Velázquez, en plena milla de oro. Y, como premio a la virtud, su tienda se llena de docenas de clientes, casi antes de abrirla. "Estaba rodeada de los escombros de la reforma del local y ya venían a encargarme abrigos". Nelsy te habla con tristeza de varios diseñadores españoles que se han metido a peleteros ocasionales sin saber nada del tema y que masacran, frecuentemente, las que les regalan las empresas escandinavas.

Claro que sabe muy bien, en el fondo de su corazón, que cuando llega el momento de la verdad, cuando una mujer decide comprarse un abrigo para estar mundial, recurrirá a ella, una profesional reconocidísima, de toda la vida.